Armando Matta R.

Especialista en Economía Ecológica y Ambiental

Economista

[email protected]

Sentado en una terraza, con el cuerpo caído y la mirada elevada, apreciaba perfectamente como el viento saludaba a todas las plantas que me rodeaban, estaba en un especio donde a mi alrededor solo se podía respirar verde, junto con el viento se presentaba una brisa que refrescaba el ambiente, ya que nos encontrábamos a una temperatura cercana a los 38 grados centígrados. Pero cada elemento de esa tarde no hacía sino recordarme lo placentero que puede ser un instante, un momento, esos segundos que te regala la vida y te hace pensar en el bienestar.

Así, que en la compañía de un gran amigo, convenimos en que era el momento ideal para “filosofar” y encontrar todas las respuestas que nos acongojan, era momento de salvar al mundo.

El bienestar es difícil de definir desde la perspectiva subjetiva, ya que es algo que solo quien lo vive lo puede definir, esa misma situación y momento, para alguien más no sería agradable, sería solamente una llovizna molesta, con vientos que no dejan ver y muchos bichos en todas esas plantas.

Si ahora le ponemos un punto de vista social, se vuelve aun más complejo, porque hacer coincidir millones de opiniones en una sola resulta ser un trabajo bastante complicado, y la época actual es un claro ejemplo, época que busca “la igualdad” de muchos sectores, pero que es abordada desde muy variados puntos de vista, lo que dificulta el consenso y se convierte, entonces, en un totalitarismo que toma todas las decisiones por los demás generando beneficios y dificultando la equidad y para cerrar la estrategia endeble, se adoctrina para dejar a un lado el diálogo, pues de esta manera esa posibilidad queda cerrada.

Por mi parte estoy completamente en desacuerdo con ese tipo de jugadas, porque como dije, me parecen totalitaristas y no resuelven los conflictos sociales, sino que generan polarización, desacuerdo, inconformismo y desigualdad. La problemática de la falta de bienestar debe abordarse desde la idea en que todos somos personas y hay necesidades que sin importar las creencias, filosofías, religión y educación, todos tenemos. A ti y a mí nos da hambre, nos da frio, nos da sed, tenemos necesidades de trabajo, salud, educación, arte, ocio. Todos necesitamos de alguien que nos defienda, que nos ayude a negociar, que intervenga si alguien quiere quitarte tus derechos. 

La vida parece llevar un proceso cíclico, no solo en las generaciones sino a lo largo de la vida de cada una de las personas, cuando eres niño, tus padres cubren esa necesidad, te protegen, te visten, te inculcan valores, te educan, te alimentan, te defienden y te preparan para la vida en sociedad, pero al entrar a los ciclos escolares, la situación no cambia mucho, ahora quien debe defender tus intereses y derechos será el profesor, el prefecto, el director, las normas escolares y te brindaran más educación que debe despertar tu interés en otras áreas, no es necesario que seas bueno en todas, pero si que la educación te enseñe lo básico y te aliente el espíritu de investigación.

En la universidad el conocimiento es ya mucho más especializado porque estarás cursando una carrera de tu interés, por lo que será más difícil, pero también más interesante. No quiere decir que no sigas necesitando de alimentación, de un consejo universitario que defienda tus derechos, unas normas que se deben seguir para la sana convivencia social universitaria, unos valores universitarios, becas si en la lotería de la vida te tocó vivir en una condición económica desfavorable, para equiparar las oportunidades y las tuyas sean lo más cercanas a la de los que su lotería social y económica fue más favorecedora.

Hablando de esa lotería, toda la crianza se vuelve más sencilla o más complicada, porque si tus padres no cuentan con recursos suficientes, trabajan, pero el dinero apenas alcanza, tal vez la oportunidad de formarte desaparecerá para que te unas lo más pronto posible a la fuerza laboral y ayudes con los gastos de la casa. En la teoría clásica económica nos indica claramente, que cuando no se es dueño del capital, la forma de intercambio que te queda es el trabajo, a cambio de 8 horas diarias más la comida, en el mercado regulado, obtendrás un pago que debe ser acorde al esfuerzo realizado, ese pago debe ser el mínimo necesario para poder tener acceso a lo que he estado mencionando a lo largo de la columna.

Entonces, como solo cuentas con trabajo, para poder acceder a más dinero, solo puedes intercambiarlo por más trabajo, así que o sumas a alguien al trabajo o tu tendrás que sacrificar más horas de descanso por más horas laborales, la riqueza de la nación aumentará mientras más horas de trabajo sean inyectadas a la economía, caso que se confirma con la economía China, con toda esa mano de obra, dejaron a un lado el sistema comunista y su economía se disparó a tal punto, que son la segunda economía del mundo.

En las familias no es diferente, cuando la oportunidad es escasa y la necesidad mucha, la única forma de acceder a más “riqueza” es por medio del trabajo, si con dos personas no alcanza, hay que tener más hijos y sumar más horas para acceder a más servicios.

Ese es justo el punto en el que el bienestar debe estar presente. Una familia de escasos recursos, también presentará en escasez de educación, de psicología, de capacidad social, reflejando todas las carencias y complejos en sus hijos, quienes crecerán con sus propios traumas más los de los padres, dificultando aun más su escalada dentro de la sociedad.

Lo más equitativo posible es buscar un estilo de vida que se acerque al conocido “Estado de bienestar”, como los países nórdicos, son economías en el que la intervención del estado en casi todos los asuntos que competen a la sociedad es alto, los impuestos son altos y a través de ellos la riqueza se distribuye de mejor manera, la gente tiene acceso a la salud, la educación, vivienda, alimentación, apoyo psicológico entre muchas otras cosas. Cuando revisas el IDH creado por el PNUD, te das cuenta que año con año, en los primero lugares, siempre encontrarás a países como Noruega.

El bienestar debe estar garantizado en el sentido de Pareto, esto quiere decir que se debe hacer todo lo posible por alcanzar el máximo bienestar posible sin disminuir el bienestar de alguien más, o sea, aterrizando la idea a través de un ejemplo práctico, una empresa si debe buscar una utilidad lo más alta posible, pero sin dañar la vida de las personas por ejemplo a través de las externalidades como la contaminación, o con el pago de salarios dignos, también a través de servicios de salud para sus empleados como odontológicos o psicológicos, etc. Lo mismo que el vecino que tiene derecho a escuchar la música que más le guste aunque sea “reggaetón” o “reguetón” (De acuerdo a la RAE así se escribe en español) pero sin subir el volumen a tal grado que parezca un concierto y no solo un derecho, no debe de disminuir mi bienestar o derecho de poder escuchar lo que tú quieras sin tener que quedarte sordo.

El tema es largo y debemos profundizar más al respecto, porque para entenderlo mejor, debemos entender las teorías del bienestar, el crecimiento económico, los diferentes sistemas, así que continuaré con la investigación en la próxima columna y evitar que esta parezca un manifiesto. Por lo pronto, opino que el crecimiento y el bienestar de las personas no debe medirse solo en términos económicos ni debe tampoco ser un beneficio solo para algunos bajo ninguna bandera, todos, sin excepción, debemos ser juzgados, calificados, impulsados, protegidos, ayudados desde el punto mínimo en que la carrera simule tener la misma longitud para todos sin tener que quitarle a nadie para que tu también puedas tener, a través del estado en su máxima definición.

“Soy Armando Matta, todo es debatible ¿Tú qué opinas?”.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *